He observado con bastante detenimiento la facilidad que tienen algunas personas de asociar momentos, gente, días y situaciones con ciertas canciones.
Generalmente los melómanos escuchan música sólo porque el sonido que produce una combinación perfecta de acordes e instrumentos se hace irresistible a sus oídos.
Sin embargo, las letras son otra cosa. Cada palabra adquiere un significado, y ese significado cambia en cada ser, en cada mente. Es totalmente sublime ver la forma como la gente disfruta de las canciones. Cómo, sin importar si sabe cantar, las corea a todo pulmón, las disfruta, las grita y las llora.
Y es en cada uno de esos sentimientos que nace la necesidad (mejor dicho, el deseo) de dedicarla, de decirle a otra persona que ese tema te gusta, que te recuerda a él o ella.
Es bastante normal tener un repertorio de canciones dedicadas o por dedicar o, tal vez, que te han dedicado. Pero que un tema logre describir con total exactitud un momento de tu vida, es algo que genera bastante temor.
Explico todo lo anterior porque fui sorprendida. La mayoría de las veces dedico canciones, las regalo; pero hace poco descubrí -gracias a una músico conocedora de varios géneros, estilos y bandas-, que hay una en particular que me describe cuando estoy en medio de una conversación.
Desde entonces, desde el preciso momento que escuché con atención los primeros versos, la tengo en mi mente y obedezco, mágicamente, las indicaciones que me da: Grito.
Seguro tú también has dedicado canciones (o has pensado dedicarlas y una fuerza magnética te evita que lo hagas porque podría ser una locura). Si has regalado algún tema, o te han "brindado" una melodía, comenta cuál fue. Tal vez comiences a entender sentimientos.
Generalmente los melómanos escuchan música sólo porque el sonido que produce una combinación perfecta de acordes e instrumentos se hace irresistible a sus oídos.
Sin embargo, las letras son otra cosa. Cada palabra adquiere un significado, y ese significado cambia en cada ser, en cada mente. Es totalmente sublime ver la forma como la gente disfruta de las canciones. Cómo, sin importar si sabe cantar, las corea a todo pulmón, las disfruta, las grita y las llora.
Y es en cada uno de esos sentimientos que nace la necesidad (mejor dicho, el deseo) de dedicarla, de decirle a otra persona que ese tema te gusta, que te recuerda a él o ella.
Es bastante normal tener un repertorio de canciones dedicadas o por dedicar o, tal vez, que te han dedicado. Pero que un tema logre describir con total exactitud un momento de tu vida, es algo que genera bastante temor.
Explico todo lo anterior porque fui sorprendida. La mayoría de las veces dedico canciones, las regalo; pero hace poco descubrí -gracias a una músico conocedora de varios géneros, estilos y bandas-, que hay una en particular que me describe cuando estoy en medio de una conversación.
Desde entonces, desde el preciso momento que escuché con atención los primeros versos, la tengo en mi mente y obedezco, mágicamente, las indicaciones que me da: Grito.
Seguro tú también has dedicado canciones (o has pensado dedicarlas y una fuerza magnética te evita que lo hagas porque podría ser una locura). Si has regalado algún tema, o te han "brindado" una melodía, comenta cuál fue. Tal vez comiences a entender sentimientos.
1 comentario:
Oh si, cada canción implica algo. Algún recuerdo, momento, sensación. Sobretodo sensaciones son las que percibo yo.
Muchas canciones las tengo ligadas a sensaciones, un poco menos a lugares y excesivamente menos a recuerdos exactos.
Pero eso es genial, sentirse identificada con una canción. Hace sentir como si supieran exactamente lo que sientes y quisiste decir, pero se te adelantaron.
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