No había notado cuan necios eran mis intentos de llegar hasta el final, hasta las últimas instancias. ¡Que ganas tenía de lograrlo! y cuando estuve más cerca de la meta, caí y rodé. Tropecé como nunca antes lo había hecho, de la manera más tonta, por culpa del desespero; y observé como todo se alejaba de mi.
Extendí mis manos lo más que pude para tratar de alcanzar mi objetivo, use las palabras para ver si regresaba, incluso lancé una cuerda como último recurso a ver si aún podía volver a través de ella. Todo fue en vano, nada funcionó.
Entonces decliné en mis intentos, sólo de vez en cuando procuraba acercarme a aquel lugar, para mirar de reojo si todavía existía alguna oportunidad. Y si, a veces llegaba hasta medio camino, otras tantas me devolvía apenas entraba, el temor no me permitía continuar, y la última vez estuve arañando la línea de llegada. Tan cerca y tan lejos a la vez.
En la vía conseguí aliados, consejeros, compañeros y también contrincantes y detractores. Todos me ayudaron a notar la verdad. Me hicieron ver que el camino no tenía luz, que era un túnel sin salida del que podía escapar sólo si así yo misma lo quería.
No obedecí a ninguno, mis "aliados" terminaron siendo quienes me dieron el consejo de quedarme en el lugar, de seguir intentando hasta que se acabaran las opciones. Consejos... Aún no se si eran bueno o malos.
Al permanecer en el sitio me convertí en viciosa, tuve una completa adicción a eso que tanto llamaba mi atención. Fui obsesiva, no podía quitarme de la cabeza lo que tanto anhelaba. Fui tonta. Fui tanto...
Hoy no sé hasta donde hubiese sido capaz de llegar, o peor aún, no sé hasta donde pudiera llegar. Siento que haría todo por tenerlo cerca, por verlo allí a una distancia mínima, por tener la oportunidad de palpar y notar que es real.
Tal vez nunca vuelva a aquel lugar que me dio ilusiones, que me brindó una razón para existir. O puede ser que pronto esté nuevamente ahí, intentando cerrar el círculo, tratando de concluir lo que en algún momento inicié, buscando la posibilidad de aprobar mi asignatura pendiente.
Entretanto, prefiero quedarme en donde estoy ahora, en el cómodo sillón de las confesiones, donde puedo desahogarme, gritar, llorar, odiar y amar, sin que nadie me observe y nadie me reproche.