viernes, 5 de febrero de 2010

Todo un arte

Dicen que escribir es como aprender a manejar bicicleta, no se olvida. Sin embargo, creo que redactar es más que sentarse a plasmar palabras en una hoja, es todo un arte lleno de técnicas y mañas minuciosas.

Tengo casi dos meses sin dedicarme de lleno a la escritura de un texto, y es increíble como cuesta retomar la magia de las palabras, esa que hace que cada frase surja de forma tan natural y en perfecta coordinación con otra.

Aún cuando “la loca de la casa” tiene destellos de oraciones brillantes, cargadas de palabras elegantes y poderosas, la mente se encarga de frenar las ideas tajantemente. Es un bloqueo total.

Creo que ha llegado el momento de ejercitar ese lado del cerebro que se encarga de organizar los vocablos dentro de mi mente. Y es que estoy segura que escribir es un ejercicio, que si no se practica fielmente se debilita hasta casi quedar en el baúl del olvido.

Ahora estoy desempolvando las armas para combatir esta falta de creatividad textual, esta descoordinación que poco a poco se ha ido apoderando de mí mientras yo me ocupaba de mi nueva pasión visual (la fotografía) y mantenía mi relación intermitente con mi viejo amorío auditivo (la música).

Estoy intentando -como nunca antes- mantener en pie mi locura por las palabras. Sí, esas que al unirse pueden combinar los cinco sentidos y dejar espacio para que el sexto también haga una aparición magistral. Quiero que fluyan otra vez las frases con chispa, rápidas como estrellas fugaces.

Estoy necesitada de una fuente de inspiración. Necesito nuevamente ser tocada por un ángel.

(Fecha original: 22/12/2009)

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